Buenos días de domingo. Se me acaban estas minivacaciones que tenido y que reconozco que han sido francamente productivas. He andado un poco pocho de la espalda pero estar de vacaciones me ha servido para poder estar más relajado con ella, ir a un fisioterapeuta y mimarme un poco.
Pero no sólo de males ha vivido la semana, que también he tenido tiempo de viajar a Cádiz para asistir a la presentación en sociedad en España, que ya había sido presentada en Argentina, de Osario Norte. Una película que te va a dejar con el corazón un poco encogido pero no te voy a contar mucho más porque me he traído un pedazo de De Vocación con su guionista y director que voy a publicar en breve y que te recomiendo que veas.
Además me he puesto al día con cosas del ordenador, de la casa, he grabado otros dos De Vocación, de los que no te voy a contar nada aún, ordenador fotos, paseado, visto Cádiz, me he relajado… Una semana muy bien aprovechada.
En cuanto a mis cositas del ciberspacio, el miércoles te traje un recuerdo de infancia que sigue vivo, aunque pensaba que había pasado a mejor vida: El bibliobús. Si no sabes lo que es o te apetece saber mi relación con él, visita esta entrada del miércoles.
Y en el podcast, te conté que he empezado a pagar a los creadores de contenido. Particularmente a ellos. De momento a dos, porque creo que lo que me aportan merece lo que me piden. Si quieres saber quienes son y porqué, escucha este podcast, que es de los cortitos.
El sindrome del impostor
No sé si sabes lo que es el síndrome del impostor. El algo muy habitual entre famosos, youtubers, influencers… Cuando adquieren cierto nombre, o renombre, algo de fama, cuando se ven dando consejos sobre lo que sea en redes sociales, muchos se plantean si la fama que tienen es merecida. No es exclusiva de ellos y cualquiera de nosotros podemos sufrir ese síndrome.
Un día notas en el trabajo que sobre cierto tema, la gente acude a ti. Que cuando llega alguien nuevo te presentan como “el encargado de….” o “nuestra experta en…” y tú no te sientes así. Tú sientes que lo que sabes es lo mismo que los demás. Quizás algo más porque le has dedicado un poco más de tiempo, eso es todo. No te consideras especial. Es el síntoma del síndrome.
Te sientes como que no eres nadie para que se te valore de esa manera, que cualquiera puede hacer tu trabajo, que estás sobrevalorado… en fin, dudas porque te sientes un impostor, alguien que a quien están dando un puesto que no merece.
A ver, si ser yo psicólogo ni nada de eso, te doy mi opinión sobre este síndrome. Yo creo que, como todo, es bueno en su justa medida. No darte demasiada importancia te ayuda a tener los pies en la tierra. No es bueno creerse el novamás, imprescindible, el mejor en algo… Soy de los que piensan que siempre habrá alguien que lo haga mejor que tú, pero eso no significa que seas un impostor.
Ese síndrome no te debe llevar a pensar que no mereces esa consideración y el valor que se te da, el que tú mismo te tienes que dar, porque la confianza tiene que partir de ti. Tú debes creerte que no eres un impostor, que eres alguien más que válido. Ya sea para crear contenido, para asesorar sobre seguros, como cocinar la pasta o lo que sea. Claro que tiene valor, no debes considerarte un impostor, pero si está bien que pongas pies en tierra y no te lo creas demasiado. Eso es lo que te debe aportar ese síndrome, un poco de estabilidad.
Digo yo, que no soy nadie, pero es lo que creo.